sábado, 1 de junio de 2013

Conversación con el pastor Mario Vega de Misión Cristiana Elim, una de las congregaciones con mayor afluencia en el país. Reflexiona sobre la tregua entre pandillas, crisis institucional que afecta al país, analiza la tregua entre pandillas como una buena oportunidad. No se escandalizaría si uno de los miembros de su iglesia estudia la Teología de la Liberación, menciona que la iglesia evangélica debe recibir el liderazgo femenino, como algo natural con el paso del tiempo. (Entrevista realizada el 26 de junio del 2012, para www.notisv.com).

Para usted, ¿cuáles han sido los logros del actual gobierno y cuáles son las deudas que se tiene con la población?
Para mí un logro importante ha sido que se ha resuelto el problema de la corrupción, tal vez no en su totalidad, pero los grandes escándalos de corrupción que hubo en gobiernos anteriores, este no los ha tenido. Este me parece que es el logro más importante. Lo otro es que el país aprendió que se puede tener un gobierno con un pensamiento distinto y que eso no necesariamente significa una hecatombe o un hundimiento. Yo creo que no se puede hacer mucho en El Salvador, por causa de la recesión económica, que también afecta a otros países. Pero también pienso que si las personas que están hoy al frente del gobierno no hubiesen estado, sino que hubieran sido otras, no sé qué habría pasado con el país. Hay grandes deudas pendientes como la atención en salud, la atención en educación y el tema de la violencia que está ahí de por medio.

Foto cortesía de https://www.facebook.com/pastormariov?fref=ts

Con relación al tema de la violencia, ¿cómo ve el proceso de la tregua entre pandillas?
Es algo que se tiene que aprovechar, es una buena oportunidad que quizás no se va a repetir. Yo creo que las pandillas han estado enviando ya bastantes señales, no solo desde que la tregua se estableció, sino antes, y hasta hoy no han sido acogidas las solicitudes. No han obtenido la atención que merecería un tema como este en el país. El peligro es que se vaya a echar a perder un esfuerzo como el que se ha logrado hasta este momento.

¿Cuál considera usted que debería de ser el rol de la iglesia evangélica en este proceso?
Yo creo que la iglesia debería de trabajar en el área de prevención de la violencia y también de inserción de los jóvenes que ya se encuentran en problemas. Hay diversos proyectos que las iglesias pueden hacer, creo que un trabajo de prevención bien completo es el que hacen los centros de desarrollo integral, donde se cubren aspectos como formación espiritual, el área cognitiva, la socio-afectiva y salud. Debería replicarse aún más el esfuerzo, pero yo creo que para eso se necesita que las iglesias estén conscientes e interesadas en que exista ese tipo de recurso. En el área de la inserción, se deben hacer los contactos para que los jóvenes que han errado el camino y que necesitan integrarse socialmente, puedan encontrar un camino donde hacerlo.

Hay sectores que no ven con buenos ojos dicha tregua, sienten una gran desconfianza por los actores detrás de la misma ¿por qué la gente ha reaccionado de una manera negativa ante este acontecimiento?
Se debe a que la gente ha sufrido en carne propia los robos, las extorsiones, las violaciones, los asesinatos… entonces tienen toda la razón de sentirse molestos y de tener una idea de venganza, pero el problema es que ese ha sido precisamente el camino que ha llevado la espiral de violencia que ahora se tiene. Si se sigue con esa lógica de pensamiento, lo que se va a lograr es únicamente prolongar el problema y hacerlo mucho más grave. Entonces hay que ensayar otros caminos de reconciliación, de solución de conflictos, y tienen que ser caminos distintos que no se han utilizado hasta ahora, y uno de ellos tiene que ser el tema de la prevención. La tregua que se ha establecido por ahora es un momento importante que debe ser aprovechado, a pesar de que hay clicas que se han independizado y no quieren someterse a esta. Pero con estos que no desean hacerlo hay que hacer lo que no se hizo en 1992, hay que anticiparse al problema y desactivar los factores de riesgo de la violencia, para que esas clicas que hoy son minoritarias no se vayan a convertir en mayoritarias para sustituir a las que actualmente están buscando una inserción.


Elim es una de las iglesias más numerosas del país, se podría decir que para el pastor de una congregación tan numerosa es imposible mantener el contacto sus miembros, ¿cómo hace para no perder la cercanía con la gente?
Es algo complicado porque yo quisiera conocerlos a todos y relacionarme con todos, pero es una cosa casi imposible. Lo que hago es tratar de mantenerme en contacto con la gente, tener las puertas abiertas y, lógicamente, no los puedo atender a todos. Ya me ha ocurrido muchas veces que encuentro a personas que me saludan y me dicen: “yo estuve en consejería con usted”, y yo no me acuerdo, no sé quiénes son. Quizás eran muy jóvenes cuando vinieron y han cambiado.

Algunas personas critican a las mega-iglesias, porque afirman que no hay mucho cuidado pastoral o que se vuelven muy institucionales, ¿cómo es el caso de Elim? ¿En realidad es tan negativo el panorama de las iglesias grandes?
Lo que ocurre es que se rompe la idea que se tiene de un pastor y los miembros, en Elim somos noventa y dos pastores y los miembros. Es cierto, yo no los puedo conocer a todos, pero sí hay pastores que están atendiendo las necesidades de los miembros y, en la medida que yo puedo, trato de servirles.

El auge de la Teología de la Liberación se dio en la década de los setenta y ochenta, hoy en día  parece que aquellos ideales no hayan eco en la gente, ¿a qué cree que se debe este desencanto?
Yo creo que nunca va a desaparecer lo que se inició con la teología de la liberación, lo que ocurre es que en ese desencanto y en esa pérdida de anonimato que tiene la sociedad en su conjunto, también se han perdido los grandes ideales, porque la  Teología de la Liberación es algo que requiere mucha reflexión. Parece que las personas ya no tienen esa práctica de reflexionar, y sobre todo, de hacerlo en comunidad. Una elemento importante para dicha teología, fueron las comunidades eclesiales de base. La reflexión en comunidad es una práctica que ya no va con el tiempo actual, cuando lo que priva es el individualismo. Hoy en día, las personas sacan sus propias conclusiones, en lugar de hacerlo como una reflexión en comunidad.

La teología de la liberación surgió dentro de la iglesia católica, ¿de qué manera afectó a la iglesia evangélica en el país?
En el caso de El Salvador hubo algunas iglesias que sí abrazaron la Teología de la Liberación como “La Primera Iglesia Bautista”, “La Iglesia Bautista Emanuel”, y otras congregaciones evangélicas. Ellos enfrentaron serios problemas durante el período de la guerra, algunos tuvieron que exiliarse, hasta hoy en día algunos viven fuera  del país. Un sector de la iglesia evangélica abrazó estas ideas, y a varios les costó la vida, otros se convirtieron en colaboradores o militantes de los movimientos sociales y armados de la época. Sin embargo, el efecto no fue tan fuerte ni tan predominante como lo fue dentro de la iglesia católica, en parte porque la iglesia evangélica  no era tan numerosa como ahora, eran apenas un tres por ciento de la población en la década de los setenta.

¿Considera usted que se puede fundamentar bíblicamente una teología feminista o cualquier otra teología de género, y si esta tendría cabida en la iglesia evangélica?
Definitivamente, uno encuentra, sobre todo en la persona del Señor Jesús, un rompimiento con lo que era el modelo de exclusión de la mujer en su época. El Señor tomó posiciones de avanzada, en donde le dio a la mujer un lugar que no le correspondía culturalmente en aquel tiempo. Creo que ya ese es un precedente que debe ser considerado, pero también sin caer en extremismos, a los cuales el feminismo puede llegar.

Pero entonces, ¿Por  qué la iglesia sigue teniendo un sistema tan cerrado, en donde las posiciones de liderazgo solo son ocupadas por hombres?
Yo creo que ahí se hace camino al andar, uno tiene que ir marchando poco a poco y abriendo espacios, llegará un momento cuando ya se tomará de una manera totalmente natural. Yo recuerdo cuando en la radio todas las voces eran masculinas, y la primera vez que se escuchó una voz femenina, hubo gente que se alborotó. Hoy, después de varios años, y después de que las mujeres se abrieron espacios como locutoras, como presentadoras y entrevistadoras en  programas, la gente lo ve totalmente normal, ya no recuerdan el escándalo que provocaba. Entonces yo pienso que es así, en el camino uno va abriendo la senda y los espacios se van abriendo hasta que llega un momento en que eso se da como algo natural.

Si alguno de los miembros de su iglesia le mencionara que estudia la teología de la liberación, ¿qué le recomendaría?
En la década de los setenta era algo normal, no me hubiera sorprendido en nada porque era el pensamiento que primaba y por el hecho que, en el Externado, la educación que yo había recibido, estaba orientada a este enfoque teológico. Toda la formación religiosa que el colegio daba era Teología de la Liberación. Cuando yo escuchaba los razonamientos de teólogos de la liberación, a mí me parecía lo más natural porque era el tipo de reflexión bíblica que yo había aprendido. En la actualidad, yo he logrado descubrir las diferencias que hay entre las teologías de la liberación y una teología puramente bíblica. Es decir, uno llega a tener la capacidad de discernir, en determinado momento. En aquella época yo no tenía los elementos para hacer ese tipo de discernimiento y  lo veía como la interpretación lógica y razonable de las Escrituras.

En la Biblia no existe una definición sobre qué es el Reino de Dios, ¿para usted qué es? ¿Cómo definiría este acontecimiento?
Es que el deseo de Dios para los hombres se haga realidad en la vida presente. Para mí el Reino de Dios es lo que vivieron Adán y Eva en el Edén, rescatar eso para nosotros hoy en día, eso es el Reino de Dios.



lunes, 30 de mayo de 2011

La retórica del diablo dentro del círculo cristiano es el silencio. El justo que calla ante la injusticia, la mujer que calla porque debe someterse a la voluntad de su esposo, la mujer que ni puede hacer preguntas durante las reuniones cristianas, sino esperar hasta estar en su casa para preguntarle a su esposo: “Señor, puede esta su sierva hacerle una pregunta que no pude durante el culto, para no avergonzarlo”. Así son las cosas, a eso se le llama historizar una convención social. Elementos culturales de la época en que la Biblia fue escrita, y que pasan a formar parte del "canon" mental de los fieles. Y es que la retórica del diablo es usar la Biblia fuera de contexto, esclavizar la fe de las personas. Lo más duro es que sus instrumentos terminan siendo aquellos que le reprenden a gritos en cada culto.
 
La retórica del diablo en la iglesia, para con los jóvenes, es el silencio. Ellos no tienen ni espacios ni voz. Los ministerios, supuestamente juveniles, están plagados por algunos caudillos más viejos que yo, están viejos del alma también. Porque hay jóvenes más legalistas que un magistrado, tan raros que son, y, con todo respeto, qué ciegos. Dejan de lado la alegría de vivir, se olvidaron que sólo se es joven una vez. Bueno, es que así les enseñaron y así aprendieron.

Pero es momento de desaprender todo eso, aferrarnos a algo mucho más provechoso que sentarnos en un culto a cantar música que ni entendemos, que ni es de nuestra época, que no nos conecta, ni con Dios ni con la verdad. Nos reunimos uno, dos, tres, o más días a la semana, para vernos la cara de indulgentes que tenemos (por no escribir algo más, y acrecentar mi lista de enemigos comploteros), porque fuera de nuestros templos una generación esta sedienta del "Agua de Vida", esa que dejamos de beber para buscar pozos secos, sueños pasajeros y tantas normas y reglas sin sentido.

A veces pienso que llegará el día en que deba pedir perdón a muchas personas por lo que escribo y por mi manera de hacerlo, me puedo equivocar, como cualquier otro lo haría. Le pido a Dios que me ayude, si es que llega ese momento, a reconocer que he fallado, a decir que lo siento. Pero no me asusta afirmar esto, porque sé que la verdad es Cristo y la Iglesia ha dejado de parecerse a él.
La retórica del diablo es el silencio, al que es diferente lo mandan a callar, le cierran las puertas. Tiene que salir por la parte de atrás, humillado como un ladrón, cuando no ha hecho más que escuchar la voz de Dios, y llorar pensando: “¿Cómo es posible que nadie entienda?”. Al pobre ya ni digamos, en algunas iglesias, cuya enseñanza se enfoca en el éxito, la prosperidad y el alcance de la realización personal, hasta es pecado ser pobre. Tontos, pobres ustedes que no se compadecen del necesitado, que tienen al corazón tan duro como la vida de millones. Nadie es pobre porque quiere serlo, lo que sucede es que alguien les ha quitado el pan de la boca, para dárselo a los perros.

La retórica del diablo en la iglesia sigue siendo el silencio del pueblo que le dice amén a todo, que siguen ciegamente la mentira de individuos que quieren enriquecerse en nombre del “reino”.  
El diablo visita nuestras iglesias; lleva a unos cuantos demonios, se sirven palomitas de maíz, y se sientan para ver el espectáculo evangélico de miles de hermanos enemistados, de miles de recursos mal administrados, inutilizados, de cientos de creyentes que se creen inmunizados ante el mal. ¡Cuidado! El Señor es fuego consumidor, eso es lo suelen decir y dejaron de decirse hace tiempo. Por algo estamos como estamos.
Durante esta tiempo hemos sido sólo una voz que clama, la persuación que invade nuestros templos y domina con magia a los fieles, no es más que el último intento de Satanás por apropiarse de tanto ciego como pueda. Pero de nosotros depende apagar el silencio, cambiar la retórica del diablo por la verdad eterna de Dios, y proclamar a gran voz, que el reino de Dios ha llegado. A los pobres es anunciada la buena voluntad del Señor, paz y justicia, luz para ya no andar en tinieblas.
En una iglesia que parece tambalear frente a los desafíos de la posmodernidad, una multitud de jóvenes se levanta, valientes y fieles, nos haremos sentir. Y desaparecerá al fin, la persuasiva maldad, para poder vislumbrar una gran cosecha de bien. Millones y millones cantando: "Bendito el que viene en el nombre del Señor". Amén.

jueves, 26 de mayo de 2011

La mentira es tan vieja como el diablo, mentir nos asemeja al maitro (1) ese, lo queramos o no. Su expresión puede tornarse de coloquial y simple a rimbombante y convincente, así es Satanás.

Sé que no les gusta que escriba de él, hasta me han acusado de ser sacerdote suyo, pero no lo soy. Soy un creyente, un cristiano. Simple pero honesto, tratando de parecerme más a Jesús y menos a este personaje, que a veces retocamos en nuestro ideario religioso, para que aparente ser una caricatura graciosa, tan inofensiva como "La pequeña Lulú". Pero su influencia ha dañado el alma de muchos, durante cientos de años.

Había tratado de comprender cómo fue que Adán y Eva cayeron en aquel día, pero quién no: “No le hagan caso a Dios, lo que pasa es que a él le gusta llevarse todos los aplausos, no quiere compartir su gloria con nadie. Pero ustedes pueden, sólo hagan lo opuesto a lo que él manda y serán como dioses (Génesis 3)”, algo así les dijo, lo demás es historia conocida. Sin duda que tiene grandes habilidades comunicativas. Si tuviera una empresa de marketing, sería el mejor en el negocio. Sin embargo, él se quiere destacar en otro nivel, en un rubro que no tiene parangón con ningún otro, él quiere ser amo y señor del universo, como si hubiera creado todas las cosas.

Por momentos, el diablo me parece más humano que diablo. Y los humanos, más diablos que el mismo Satanás. Hablamos de fuego eterno y oscuridad, cuando en la oscuridad ya caminamos, y el fuego interno de nuestras motivaciones egoístas, termina consumiendo nuestra poca nobleza, caemos presos en nuestros sueños de poder, creyendo que perseguimos nuestras propias metas e ideales, sin darnos cuenta de que somos presas del maligno.

Egoísmo. Si hay palabra que define a nuestra sociedad es esa. Los países poderosos se tragan a los chicos en sistemas que paralizan la economía y anulan las libertades de los que no tienen la capacidad de participar en el juego de los petrodólares. Latinoamérica, codiciada tierra ancestral, sigue siendo la mina de la que extraen la riqueza, y se terminan llevando nuestros sueños. Díganme, ¿habrá intenciones más diabólicas que esas?

Pobreza, otro mal del siglo veintiuno. Heredado del siglo veinte, el cual heredó este del 19, etc., etc., etc., hasta llegar al engaño aquel que nos maldijo. La caída se le suele llamar, pero el hombre ha seguido cayendo, engañado y solitario. ¿Quién puede estar más engañado que aquel que no puede verse en su prójimo y amarlo? Pero no hay peor pobreza que la de quienes la causan y son indiferentes a la aflicción de quienes viven con menos de un dólar a diario.

Maldición. Pongámosle fin a esto. Este mundo tiene un solo maestro: Satanás. Y toda la humanidad seguirá siendo parte de este mismo concierto, si la iglesia, luz y sal de la tierra, no hace algo para contrarrestar los ataques maliciosos del diablo. Herederos de diversos errores antes cometidos, nos corresponde a nosotros ser parte de la solución. Armémonos de la verdad, la cual sigue siendo absoluta de generación en generación, para que pueda irradiar la gloria en nuestra vida. Esa que avarició el diablo, y que no pudo obtener, porque le pertenece a Dios y con ella cubre a sus hijos.

He hablado con algunos jóvenes que se quejan de haber heredado el pecado de Adán y Eva. Otros también se quejan de los errores de sus propios padres. Lo que no veo es que estén haciendo algo por los pecados que ellos están cometiendo, cuyas consecuencias alcanzarán a sus hijos.

Creo que ya llegó el momento de pensar en el mañana, con los lentes de la esperanza. Quizás a través de este puente llamado valor, con la antorcha humeante de la verdad, llegaremos hasta allá, en honor a los que nos precedieron bien y a los niños, quienes son más importantes que nosotros y administradores del porvenir. Y no dejemos que el diablo con su retórica nos engañe y aniquile los sueños de una generación más, como la de los niños hebreos asesinados en Egipto y en Belén. Esta vez será distinto. Amén.


En El Salvador: maitro: señor, hombre adulto.
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