Conversación con el pastor Mario Vega
de Misión Cristiana Elim, una de las congregaciones con mayor afluencia en el
país. Reflexiona sobre la tregua entre pandillas, crisis institucional que
afecta al país, analiza la tregua entre pandillas como una buena oportunidad.
No se escandalizaría si uno de los miembros de su iglesia estudia la Teología
de la Liberación, menciona que la iglesia evangélica debe recibir el liderazgo
femenino, como algo natural con el paso del tiempo. (Entrevista realizada el
26 de junio del 2012, para www.notisv.com).
Para usted, ¿cuáles han sido los
logros del actual gobierno y cuáles son las deudas que se tiene con la
población?
Para mí un
logro importante ha sido que se ha resuelto el problema de la corrupción, tal
vez no en su totalidad, pero los grandes escándalos de corrupción que hubo en
gobiernos anteriores, este no los ha tenido. Este me parece que es el logro más
importante. Lo otro es que el país aprendió que se puede tener un gobierno con
un pensamiento distinto y que eso no necesariamente significa una hecatombe o
un hundimiento. Yo creo que no se puede hacer mucho en El Salvador, por causa
de la recesión económica, que también afecta a otros países. Pero también
pienso que si las personas que están hoy al frente del gobierno no hubiesen
estado, sino que hubieran sido otras, no sé qué habría pasado con el país. Hay
grandes deudas pendientes como la atención en salud, la atención en educación y
el tema de la violencia que está ahí de por medio.
Foto cortesía de https://www.facebook.com/pastormariov?fref=ts |
Con relación al tema de la violencia, ¿cómo ve el proceso de la tregua entre pandillas?
Es algo que
se tiene que aprovechar, es una buena oportunidad que quizás no se va a
repetir. Yo creo que las pandillas han estado enviando ya bastantes señales, no
solo desde que la tregua se estableció, sino antes, y hasta hoy no han sido
acogidas las solicitudes. No han obtenido la atención que merecería un tema
como este en el país. El peligro es que se vaya a echar a perder un esfuerzo
como el que se ha logrado hasta este momento.
¿Cuál considera usted que debería de
ser el rol de la iglesia evangélica en este proceso?
Yo creo que
la iglesia debería de trabajar en el área de prevención de la violencia y
también de inserción de los jóvenes que ya se encuentran en problemas. Hay diversos
proyectos que las iglesias pueden hacer, creo que un trabajo de prevención bien
completo es el que hacen los centros de desarrollo integral, donde se cubren
aspectos como formación espiritual, el área cognitiva, la socio-afectiva y
salud. Debería replicarse aún más el esfuerzo, pero yo creo que para eso se
necesita que las iglesias estén conscientes e interesadas en que exista ese
tipo de recurso. En el área de la inserción, se deben hacer los contactos para
que los jóvenes que han errado el camino y que necesitan integrarse
socialmente, puedan encontrar un camino donde hacerlo.
Hay sectores que no ven con buenos ojos dicha tregua, sienten una gran desconfianza por los actores detrás de la misma ¿por qué la gente ha reaccionado de una manera negativa ante este acontecimiento?
Se debe a que
la gente ha sufrido en carne propia los robos, las extorsiones, las
violaciones, los asesinatos… entonces tienen toda la razón de sentirse molestos
y de tener una idea de venganza, pero el problema es que ese ha sido
precisamente el camino que ha llevado la espiral de violencia que ahora se
tiene. Si se sigue con esa lógica de pensamiento, lo que se va a lograr es
únicamente prolongar el problema y hacerlo mucho más grave. Entonces hay que
ensayar otros caminos de reconciliación, de solución de conflictos, y tienen
que ser caminos distintos que no se han utilizado hasta ahora, y uno de ellos
tiene que ser el tema de la prevención. La tregua que se ha establecido por
ahora es un momento importante que debe ser aprovechado, a pesar de que hay
clicas que se han independizado y no quieren someterse a esta. Pero con estos
que no desean hacerlo hay que hacer lo que no se hizo en 1992, hay que
anticiparse al problema y desactivar los factores de riesgo de la violencia,
para que esas clicas que hoy son minoritarias no se vayan a convertir en
mayoritarias para sustituir a las que actualmente están buscando una inserción.
Elim es una de las iglesias más numerosas del país, se podría decir que para el pastor de una congregación tan numerosa es imposible mantener el contacto sus miembros, ¿cómo hace para no perder la cercanía con la gente?
Es algo
complicado porque yo quisiera conocerlos a todos y relacionarme con todos, pero
es una cosa casi imposible. Lo que hago es tratar de mantenerme en contacto con
la gente, tener las puertas abiertas y, lógicamente, no los puedo atender a
todos. Ya me ha ocurrido muchas veces que encuentro a personas que me saludan y
me dicen: “yo estuve en consejería con usted”, y yo no me acuerdo, no sé quiénes
son. Quizás eran muy jóvenes cuando vinieron y han cambiado.
Algunas personas critican a las mega-iglesias, porque afirman que no hay mucho cuidado pastoral o que se vuelven muy institucionales, ¿cómo es el caso de Elim? ¿En realidad es tan negativo el panorama de las iglesias grandes?
Lo que ocurre
es que se rompe la idea que se tiene de un pastor y los miembros, en Elim somos
noventa y dos pastores y los miembros. Es cierto, yo no los puedo conocer a
todos, pero sí hay pastores que están atendiendo las necesidades de los
miembros y, en la medida que yo puedo, trato de servirles.
El auge de la Teología de la Liberación se dio en la década de los setenta y ochenta, hoy en día parece que aquellos ideales no hayan eco en la gente, ¿a qué cree que se debe este desencanto?
Yo creo que
nunca va a desaparecer lo que se inició con la teología de la liberación, lo
que ocurre es que en ese desencanto y en esa pérdida de anonimato que tiene la
sociedad en su conjunto, también se han perdido los grandes ideales, porque
la Teología de la Liberación es algo que
requiere mucha reflexión. Parece que las personas ya no tienen esa práctica de
reflexionar, y sobre todo, de hacerlo en comunidad. Una elemento importante
para dicha teología, fueron las comunidades eclesiales de base. La reflexión en
comunidad es una práctica que ya no va con el tiempo actual, cuando lo que
priva es el individualismo. Hoy en día, las personas sacan sus propias
conclusiones, en lugar de hacerlo como una reflexión en comunidad.
La teología de la liberación surgió dentro de la iglesia católica, ¿de qué manera afectó a la iglesia evangélica en el país?
En el caso de
El Salvador hubo algunas iglesias que sí abrazaron la Teología de la Liberación
como “La Primera Iglesia Bautista”, “La Iglesia Bautista Emanuel”, y otras
congregaciones evangélicas. Ellos enfrentaron serios problemas durante el
período de la guerra, algunos tuvieron que exiliarse, hasta hoy en día algunos
viven fuera del país. Un sector de la
iglesia evangélica abrazó estas ideas, y a varios les costó la vida, otros se
convirtieron en colaboradores o militantes de los movimientos sociales y
armados de la época. Sin embargo, el efecto no fue tan fuerte ni tan
predominante como lo fue dentro de la iglesia católica, en parte porque la
iglesia evangélica no era tan numerosa
como ahora, eran apenas un tres por ciento de la población en la década de los
setenta.
¿Considera usted que se puede fundamentar bíblicamente una teología feminista o cualquier otra teología de género, y si esta tendría cabida en la iglesia evangélica?
Definitivamente,
uno encuentra, sobre todo en la persona del Señor Jesús, un rompimiento con lo
que era el modelo de exclusión de la mujer en su época. El Señor tomó
posiciones de avanzada, en donde le dio a la mujer un lugar que no le
correspondía culturalmente en aquel tiempo. Creo que ya ese es un precedente
que debe ser considerado, pero también sin caer en extremismos, a los cuales el
feminismo puede llegar.
Pero entonces, ¿Por qué la iglesia sigue teniendo un sistema tan cerrado, en donde las posiciones de liderazgo solo son ocupadas por hombres?
Yo creo que
ahí se hace camino al andar, uno tiene que ir marchando poco a poco y abriendo
espacios, llegará un momento cuando ya se tomará de una manera totalmente natural.
Yo recuerdo cuando en la radio todas las voces eran masculinas, y la primera
vez que se escuchó una voz femenina, hubo gente que se alborotó. Hoy, después
de varios años, y después de que las mujeres se abrieron espacios como
locutoras, como presentadoras y entrevistadoras en programas, la gente lo ve totalmente normal,
ya no recuerdan el escándalo que provocaba. Entonces yo pienso que es así, en
el camino uno va abriendo la senda y los espacios se van abriendo hasta que
llega un momento en que eso se da como algo natural.
Si alguno de los miembros de su iglesia le mencionara que estudia la teología de la liberación, ¿qué le recomendaría?
En la década
de los setenta era algo normal, no me hubiera sorprendido en nada porque era el
pensamiento que primaba y por el hecho que, en el Externado, la educación que
yo había recibido, estaba orientada a este enfoque teológico. Toda la formación
religiosa que el colegio daba era Teología de la Liberación. Cuando yo
escuchaba los razonamientos de teólogos de la liberación, a mí me parecía lo
más natural porque era el tipo de reflexión bíblica que yo había aprendido. En
la actualidad, yo he logrado descubrir las diferencias que hay entre las
teologías de la liberación y una teología puramente bíblica. Es decir, uno
llega a tener la capacidad de discernir, en determinado momento. En aquella
época yo no tenía los elementos para hacer ese tipo de discernimiento y lo veía como la interpretación lógica y
razonable de las Escrituras.
En la Biblia no existe una definición sobre qué es el Reino de Dios, ¿para usted qué es? ¿Cómo definiría este acontecimiento?
Es que el
deseo de Dios para los hombres se haga realidad en la vida presente. Para mí el
Reino de Dios es lo que vivieron Adán y Eva en el Edén, rescatar eso para nosotros
hoy en día, eso es el Reino de Dios.